Hace un par de años, Alianza Editorial publicó en su colección El Libro de Bolsillo (creo que, junto con la Austral, no hay otra que haya editado tal cantidad de libros imprescindibles; en su catálogo está el corazón de la Historia de la Literatura) una antología poética de Francisco Brines, seleccionada y prologada por Ángel Rupérez.
La editorial ha lanzado rápidamente los ejemplares que tenía en el almacén porque una antología es siempre la mejor manera de acercarse a un poeta para quienes no lo conocen. Aquí están los mejores poemas del reciente premio Cervantes y casi todos los más conocidos. Su poesía intimista, sin estridencias. Sus versos cargados de melancolía por el paso del tiempo. Sus poemas de amor, con referencias al sexo siempre metafóricas y elegantes.
Los diferentes poemarios permiten comprender la evolución del autor, la resignación a veces dolorida con la que aborda la vejez y la decrepitud de los cuerpos, la memoria que borra los detalles para recrear un pasado que adquiere el carácter de mítico. Como escribe en ‘Los veranos’ (de El otoño de las rosas): «Hoy parece un engaño que fuésemos felices/ al modo inmerecido de los dioses./ ¡Qué extraña y breve fue la juventud!»
Ymás tarde, como si fuera una conclusión, el balance de una vida: «Mi carne, que ha vivido en el tiempo/ y lo sabe en cenizas, no ha ardido aún/ hasta la consunción de la propia ceniza,/ y estoy en paz con todo lo que olvido/ y agradezco olvidar./ En paz también con todo lo que amé/ y que quiero olvidado.// Volvió la hora feliz./ Que arribe al menos/ al puerto iluminado de la noche» ( ‘Madrid, julio 1992’ de La última costa).
(Publicado en elcorreo.com)