En la lista de las obras muy difíciles de tocar (y a veces hasta de escuchar) hay un puñado de partituras que han quedado oscurecidas por sus propios problemas interpretativos. Son piezas que los artistas consideran que requieren de un enorme esfuerzo y que, como en muchos casos no gozan del favor del público, (por ser poco conocidas, es un círculo vicioso) les sale poco rentable el trabajo de semanas o meses que lleva prepararlas para que luego apenas se las encarguen.
Entre esas piezas está el primer concierto para piano de Bartók. Una obra que es como una carrera de obstáculos que no da tregua al pianista y que, además, por su aspereza, casi violencia en algunos momentos, no ha terminado de gustar a los aficionados. No es que entre nosotros Bartók tenga un gran predicamento pero hay unas cuantas de sus obras que sí se escuchan en auditorios siquiera de vez en cuando. Desde luego, no este concierto, seguramente el menos conocido de los tres que compuso para el teclado.
Seguramente por eso merece la pena escucharlo. Para decidir luego si repetir o no. Es una obra muy en el estilo de lo que se componía en los años veinte justo en el momento en que el dodecafonismo ha irrumpido en escena y está siendo objeto de un debate artístico que hoy se ha apagado pero que en su momento fue de gran profundidad. Les dejo el concierto en la versión de Yuja Wang que aquí toca con partitura, cosa extraña hoy en los escenarios, aunque ella lo hace de vez en cuando, con ciertas obras que no interpreta demasiado. Disfruten.