Edvard Gireg es el padre de la música noruega. Un compositor formado en Centroeuropa en el espíritu del Romanticismo que luego dio un impulso a la música de Noruega. La ciudad de Bergen, que el director vasco Juanjo Mena conoce bien, lo vio nacer y morir. La obra más célebre de Grieg probablemente sea su Concierto para piano (que ya hemos escuchado en este blog en la versión de Joaquín Achúcarro, con quien está lejanamente emparentado), seguida por las dos suites de Peer Gynt, extraidas de la obra que compuso sobre la pieza teatral del mismo título de Ibsen.
De los ocho fragmentos de ambas suites, el que cierra el ciclo es la Canción de Solveig, una melodía triste y serena. La versión más conocida es la orquestal que forma parte de la segunda suite, pero en origen era una canción, como su título indica. Mi propuesta para este fin de semana es esta pieza en la escritura original, para soprano y orquesta. Se la dejo en una versión lujosa, la de la rusa Anna Netrebko, que estos días ha sido noticia por haber sido hospitalizada a causa de una neumonía debida al coronavirus.