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César Coca

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Ningún fin de semana sin música: Concierto para piano y orquesta Nº 4 de Litolff

Henry Charles Litolff es algo así como un alma gemela de Liszt, pero de un nivel inferior, al menos en cuanto a la faceta de compositor. Las crónicas de su tiempo hablan de un extraordinario pianista (los hubo, un buen puñado, que se paseaban por Europa asombrando con la interpretación de sus propias obras, plagadas de dificultades técnicas casi circenses) pero las obras que nos ha dejado muestran a un compositor que carece del genio del húngaro.

Litolff tuvo una vida tan novelesca como Liszt. Ambos no solo se conocieron sino que además se profesaron una sincera admiración. Algunos especialistas hablan de algunas influencias mutuas. Los dos se inscriben en el Romanticismo y sus obras tienen todos los rasgos propios del mismo. Ambos viajaron también mucho, tuvieron no pocos líos amorosos y se vieron obligados a salir corriendo de una ciudad en alguna ocasión. Incluso sus retratos muestran a dos hombres ya maduros (Liszt le sacaba menos de siete años) de un aspecto físico similar.

El catálogo de obras del británico es muy inferior al del húngaro. Compuso un puñado de óperas y algunos dramas sinfónicos (le gustaba poner el adjetivo ‘sinfónico’: sus conciertos para piano también se titulan ‘conciertos sinfónicos’), pero esas partituras han sido completamente olvidadas. De sus cinco conciertos para piano, suele interpretarse el Scherzo del Nº 4, y poco más. Existen grabaciones de algunas piezas de cámara y de los conciertos 2 al 5 (el primero está incompleto). Pero creo que lo más probable es que nadie de entre quienes lean este texto hayan asistido nunca a un concierto en el que se haya interpretado alguna obra de enjundia de este compositor (quizá alguna pieza breve). Por eso, merece la pena escuchar este Scherzo. Muestra a un músico que domina el oficio, seguro de sí mismo y dado a la espectacularidad. La versión es de la pianista Danielle Laval, que hace un tiempo tuvo una cierta fama. Disfruten.