Estamos en el año Beethoven y muchos temían que fuéramos a tenerlo hasta en la sopa. No contaban con que un virus iba a sacarlo de la programación. A él y al resto de los compositores, claro. Pero este blog sigue abierto y ni una semana ha dejado de proponer una obra musical, así que puede ser el momento de recomendar una obra del sordo de Bonn.
Pero me voy a salir del canon. No recomendaré ninguna de sus grandes sinfonías, sonatas, cuartetos o conciertos. Ni la Misa Solemne. Me inclino por el que algunos llaman Concierto para piano y orquesta Nº 6. ¿Que Beethoven solo escribió cinco? Cinco numerados, pero hay dos conciertos anteriores al Nº 2 (que pese a su numeración es previo al 1) que no están numerados y está este que no es otra cosa que una transcripción del Concierto para violín op. 61, realizada por el propio compositor.
¿Y cómo es la obra? Pues si no conociéramos el original hablaríamos de una partitura notable; no a la altura del Emperador ni del Nº 4, pero desde luego equiparable a los tres primeros. El problema es que conocemos ese concierto para violín y eso lo condiciona todo. Pero es una obra disfrutable. Mucho.