Hace un par de semanas les propuse el Trío op. 50 de Chaikovski, y les comentaba que es la primera gran obra en su género en la música rusa. De hecho, continuaba, hasta Glinka no hay producción musical de relieve propia en aquel país (me refiero a la clásica). Pero eso no significa que no hubiese música, por supuesto. La muy elegante y sofisticada corte de Catalina la Grande, en la segunda mitad del siglo XVIII, no solo disfrutaba de fiestas en los fastuosos palacios de los zares (el que mandó construir la propia zarina es una demostración de poder y lujo como no creo haber visto otra, ni en Versalles o en el Schönbrunn), sino que invitaba a largas estancias a compositores europeos para que escribieran o interpretaran allí sus obras.
Uno de los que anduvo por el país fue el irlandés John Field, inventor de un género de piezas breves que luego Chopin llevaría a otra dimensión. Me refiero al nocturno. Los de Field son ciertamente estimables, aunque no llegan al lirismo, a la emoción profunda que alcanzan casi todos los del polaco. Pero son piezas que, creo yo, merecen un reconocimiento superior al que tienen entre nosotros. Porque Field es un compositor que no se programa nunca en la temporada de nuestras orquestas y apenas nunca en las de cámara o en recital. Así que merece que al menos lo escuchemos aquí. Les dejo el Nocturno Nº 4. Disfruten.