Albinoni regresa una y otra vez a esta sección. Y ahora, con Venecia convertida en algo así como una ciudad fantasma, sin hordas de turistas, sin cafés abiertos, sin góndolas surcando sus canales, es un buen momento para que su música vuelva a sonar y nos preste un consuelo a quienes no estamos en la ciudad pero tampoco nos va mucho mejor.

De entre su no muy abundante obra (Albinoni era un rico comerciante que tenía la música como entretenimiento, frente al carácter digamos profesional de Vivaldi) destacan los conciertos para oboe, una colección fascinante por la riqueza melódica y su capacidad para emocionar a quien los escuche. En este mismo blog ya he recomendado en más ocasiones obras de esta op. 9. En esta ocasión, nos detenemos en el Concierto para dos oboes que lleva el subtítulo La Serenísima. No es preciso explicar a qué se refiere. Serenémonos, que falta nos hace, con esta música escrita para el disfrute de su belleza. Durante unos minutos podemos evadirnos de la que está cayendo. Lo necesitamos.