Los instrumentos de cuerda como los violines, las violas, los chelos y los contrabajos, se tocan con un arco. Lo vemos así en todos los conciertos, y lo vemos bien puesto que las cuerdas ocupan las filas delanteras en las orquestas. Y lo vemos también en los cuartetos de cuerda, probablemente la agrupación básica en la música clásica, la que tiene a su cargo la música de mayor pureza, más esencial. Pero siempre hay obras y compositores que rompen la norma. La obra que hoy les propongo es una de ellas. Se trata del Cuarteto de cuerda Nº 4 de Bartók, más concretamente el cuarto movimiento, que está tocado en pizzicato, es decir, arañando las cuerdas con los dedos y no con el arco. Bartók creó además una forma de pizzicato que suena como si fuera el sonido de un látigo, y que debe usarse para tocar esta pieza.
Bartók incorpora el folclore de su país, Hungría, a la música, pero lo hace de una manera mucho más conceptual que melódica. Además, su obra suele mostrar un gran alarde técnico, porque juega con cánones, proporciones áureas y todo tipo de recursos. Para muchos aficionados, no es un compositor fácil. García Márquez llegó a decir que uno de sus conciertos para violín parecía en realidad una obra concertante “para gato y orquesta”. También es cierto que luego se reconcilió con su música. Les dejo este muy singular cuarto movimiento del Cuarteto de cuerda Nº 4, en el que se recoge, como si fuera un espejo deformante, el tema principal del segundo movimiento. Disfruten.