Alexander Scriabin es un músico no fácilmente clasificable. Es cierto que en sus inicios su música responde a un postromanticismo teñido de un cierto nacionalismo. Algo lógico si se tiene en cuenta que compartió aulas con Rachmaninov, Arenski, Taneiev y otros. Pero luego, la influencia de la filosofía y de algunas creencias seudorreligiosas, así como su amistad con personalidades muy relevantes en el mundo intelectual ruso de comienzos del siglo XX (entre ellos, Plejánov, que tanto pesó en Lenin y otros revolucionarios), lo fue derivando hacia una vanguardia teñida de elementos extramusicales. Tanto es así que no es fácil encontrar otro compositor en el que estén tan presentes ideas completamente alejadas de esta disciplina artística.
El Concierto para piano es una obra de juventud. Scriabin tenía 24 años cuando escribió esta pieza muy exigente en lo técnico (su autor fue un prodigio que improvisaba al teclado con solo cinco años, una edad a la que un niño de hoy aún no ha aprendido a leer) y desbordante de pasión, aunque quizá no demasiado original en su planteamiento. Sobre todo si se piensa en lo que escribió más tarde. O en su afán de componer una partitura que tuviera el acompañamiento de distintos aromas, u otra destinada a ser interpretada en lo alto del Himalaya. Olvidemos esos delirios y disfrutemos de este pieza de un compositor que murió por una infección con solo 43 años. No sabemos lo que podría llegar a haber escrito. Pero entre lo que dejó hay un puñado de excelentes trabajos. Les dejo el concierto en una versión muy notable.