Wagner regresa a Bilbao. Y lo hace con El holandés errante, que es el título que más veces ha programado la ABAO. Esta es la cuarta ocasión que entra en su temporada. Estamos ante una ópera que forma parte del llamado canon de Bayreuth y que es en realidad una obra de juventud. Cuando se pone en escena por primera vez esta ópera, el 2 de enero de 1843, Wagner tiene 29 años, ha estrenado Rienzi dos meses y medio antes con un éxito mediano pese a su duración (casi seis horas en la versión original) y faltan cuatro décadas para que concluya su carrera con Parsifal.
En la obertura, que es la propuesta de este fin de semana, están todos los grandes temas de la ópera, comenzando por uno de los más célebres de cuantos compuso. La obra parte de un texto de Heine y gira en torno a la redención por el amor. Un amor que carece de la sensualidad, de la carnalidad por decirlo más crudamente, que se puede observar en otros compositores a partir de la mitad del siglo XIX. Pero así era Wagner, excesivo en todo. Aunque si de algo no peca esta ópera es de una duración desproporcionada. Pensada en origen para ser interpretada sin descansos, El holandés errante se alarga durante dos horas y media, que en Wagner es más bien poca cosa. Seguramente, así gana en intensidad. Les dejo la Obertura en la versión de Georg Solti con la Sinfónica de Chicago. Palabras mayores. Disfruten.