La razón por la que este fin de semana les propongo esta breve pieza pianística de Schumann es extraliteraria. Verán. Estoy leyendo una novela ambientada en los años 90 en la Rusia postcomunista, en la confusión creada tras la caída estruendosa de un régimen que parecía eterno y la posterior lucha entre grupos que se disputaban el poder y, sobre todo, el dinero. En una escena, el protagonista, que es un extranjero aficionado a la música, ve de una acera a otra, mientras camina por Moscú, a Sviatoslav Richter. Lo comenta a alguien que va con él, preguntándole si realmente sería él, y su interlocutor le dice que seguro que sí, porque en esa calle vivían muchos músicos. Justo después, cuando el protagonista pone la radio, están emitiendo una obra de Schumann (no se dice cuál) interpretada por el gran pianista, sin duda uno de los mejores del siglo XX.
He elegido esta Toccata op. 7 porque cuando Schumann la escribió estaba convencido de que era la obra más difícil jamás compuesta para el piano. Dice la leyenda que se produjo la lesión en las manos que terminó con su carrera de concertista y lo obligó a centrarse en la composición mientras practicaba con esta pieza. A estas alturas, por supuesto hay un buen puñado de obras más difíciles que esta y la técnica ha evolucionado tanto que no voy a decir que resulte fácil de interpretar, para nada, pero sí que no resulta ya temible para los pianistas. Otras lo son mucho más. Aquí se la dejo, en vísperas de este pequeño puente. Disfruten con Richter y Schumann.