Luisa Etxenike es una escritora de recorrido corto en cuanto al número de páginas de sus libros. Maneja una prosa de una enorme precisión y ambas cosas, la precisión y la brevedad de sus novelas, están tan íntimamente vinculadas que no se pueden separar en ningún momento. Aves del paraíso es un ejemplo perfecto de lo dicho. Por su longitud, se trata de lo que los franceses llaman ‘nouvelle’. Y la referencia a Francia no es gratuita porque Etxenike estudió en el Liceo de San Sebastián y la cultura gala siempre ha sido para ella una referencia, sin olvidar que ha recibido del Gobierno de París la distinción de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. Aves del paraíso es también un ejemplo de las características de su literatura por la desnudez del lenguaje, por un adelgazamiento del mismo que permite ir a la esencia del relato.
Un relato fragmentado, construido a través de escenas muy breves. Desde la primera, en la que vemos cómo un hombre extraviado, perdido en un mundo que fue el suyo pero que ahora le parece ajeno, llega a la que también fue su casa, en un punto indeterminado del País Vasco francés, muy cerca de la frontera. Allí tropezará pronto con la Policía, porque alguien que vigila ha encontrado extraño a ese hombre que ha entrado en una casa tanto tiempo deshabitada.
A partir de ahí, iremos conociendo al protagonista, la razón de su vergüenza, de su derrota. Esta novela, como El ángulo ciego y Absoluta presencia, aborda la cuestión del terrorismo. Pero lo hace de una manera indirecta y desde luego infrecuente. Con la sutileza propia de la literatura de Etxenike.
(Publicado en elcorreo.com)