Hay un puñado de escritores que han contado la muerte de sus esposas, analizando cómo fue su vida de pareja, deteniéndose en el sufrimiento de la agonía y tratando de concluir el duelo con un texto que en el fondo es parecido a un psicoanálisis sin psicoanalista al lado. De C.S. Lewis, que lo hizo en Una pena en observación (libro que sirvió de base para la maravillosa película Tierras de penumbra de Richard Attenborough), a Tú de Anjel Lertxundi, pasando por Niveles de vida de Julian Barnes y llegando a este La peor parte de Fernando Savater. Por supuesto, no son los únicos.
Savater habla aquí de cómo conoció a Sara, a la que nombra casi todo el tiempo por su apodo estudiantil, con el que se quedó para toda la vida (‘Pelo Cohete’). De sus 35 años de vida en común, sus aficiones compartidas, de viajes y discusiones, de sueños que no pudieron cumplir y de la presión del terrorismo que ambos vivieron en carne propia. Hay anécdotas muy divertidas, como el relato de la selección de películas porno que hicieron para un festival, y confesiones íntimas, como cuando Savater explica que tuvo algunos ligues durante la relación pero que a Sara nunca la preocupó nada de eso porque sabía que era sexo y no amor.
La parte final aborda la enfermedad, el duro y a la postre inútil tratamiento y la muerte. Han pasado ya casi cinco años de aquello. Son páginas de dolor escritas sin aspavientos. Y precisamente por eso impactan más en quien las lee. La peor parte es, como apunta el subtítulo, una historia de amor. Escrita como, en el célebre soneto de Quevedo, más allá de la muerte.
(Publicado en elcorreo.com)