A comienzos de 2000, Mario Vargas Llosa publicó La fiesta del Chivo, sin duda una de sus mejores novelas. Con una estructura basada en tres ciclos que ordenaban los capítulos, y apoyándose en personajes históricos y otros de ficción, contaba los meses finales de Trujillo, el dictador dominicano capaz de tales atrocidades que parecerían fruto de la imaginación si no estuvieran documentadas. Casi veinte años más tarde, el autor hispano-peruano regresa a lo que en Latinoamérica es casi un subgénero, la novela de dictadores, para contar cómo EE UU propició la caída de Jacobo Arbenz acusándolo de comunista –lo que nunca fue– y más tarde el asesinato de su sucesor, un militar acomplejado e iracundo, con quien acaban los suyos.
De nuevo combina Vargas Llosa la historia y la ficción, los personajes reales y los inventados. Como él suele explicar, y lo ha hecho de nuevo con motivo de la publicación de Tiempos recios, se ha documentado de manera exhaustiva para «mentir con conocimiento de causa» y construir, es también el título de uno de sus libros, la verdad a base de mentiras. La novela está emparentada con La fiesta del Chivo no solo por la temática, sino también por algunos personajes. Trujillo aparece por sus páginas, pero quien tiene un protagonismo notable es Johnny Abbes, que en aquella era el jefe del servicio de inteligencia y como tal responsables de secuestros, desapariciones y asesinatos en la isla. En Guatemala tendrá también una misión relevante.
Vargas Llosa maneja con maestría los tiempos narrativos y el contexto histórico. Su relato camina adelante y atrás, incluso en ocasiones se entremezclan los tiempos, pero eso no supone dificultad alguna para quien lea con atención. Como en todo autor con una obra muy amplia, hay en el catálogo del Nobel títulos mayores y menores. Incluso los menores están muy encima de la media. Pero esta es una obra mayor.
(Publicado en elcorreo.com)