Por razones diversas, la obra de Charles Ives fue muy poco divulgada en vida del compositor. Algo por lo menos curioso ya que hablamos de uno de los primeros compositores verdaderamente importantes de su país, Estados Unidos. La mayor parte de sus mejores obras es anterior a 1920, lo que lo sitúa por delante en el tiempo de Gershwin y Copland, que son otros dos autores de una música genuinamente americana. Con la diferencia de que Ives experimenta mucho más con el sonido. Es, por decirlo de una forma sencilla, más moderno que ambos.
Quizá pudo permitirse serlo porque no tenía que vivir de la música. Como saben, Ives trabajó profesionalmente en el sector de los seguros y tras pasar por algunas agencias que no tuvieron demasiado éxito fundó la suya junto a un socio y eso le permitió vivir con gran desahogo. Incluso escribió algún libro sobre el sector que se convirtió en un clásico de la materia.
Pero lo que aquí nos interesa es la música. La propuesta de este fin de semana es The unanswered question, la pieza que de alguna manera fija su estilo y que finalmente terminará por ser una de sus obras más célebres e interpretadas. Aunque por aquí tampoco demasiado conocida. La primera versión es de 1908 y fue escrita para una plantilla por lo menos extraña: trompeta, cuatro flautas y cuarteto de cuerda. Luego, como sucedió con buena parte de sus trabajos, revisó la partitura para hacer una versión orquestal. Hablo de su tarea revisando trabajos ya escritos y debo añadir que fue a lo que se dedicó durante los últimos veinte años de su vida, a partir de una crisis de creatividad que asumió como el final de su carrera. También fueron años de muy mala salud.
Les dejo la versión orquestal, con la Sinfónica de la Radio de Fráncfort dirigida por Andrés Orozco-Estrada, a quien tuvimos de director de la Sinfónica de Euskadi no hace tanto tiempo. Disfruten.