Me encanta que Albinoni goce de una notable celebridad entre los compositores barrocos, pero me parece lamentable que sea así por una obra de la que finalmente sabemos que él no escribió ni una sola nota. Me refiero, claro está, al famoso Adagio, con el que Giazotto creó una buena confusión y que me temo que será ya para siempre el Adagio de Albinoni, atribuyendo de esa manera al veneciano la autoría de una pieza que, aún siendo hermosa, presenta algunas diferencias en cuanto a lenguaje respecto del resto de su verdadero catálogo.

Ya he escrito aquí alguna vez que Albinoni, como tantos otros, era un compositor amateur en el más estricto sentido del término. Hijo de un rico comerciante, tenía recursos más que suficientes para no necesitar vender su obra a nadie. Por eso, es uno de los pocos compositores de su tiempo que en ningún momento trató de ponerse al servicio de la Iglesia ni de la Serenísima República. De ahí también la muy escasa producción recogida en su catálogo de obras de carácter religioso o político.

Aunque compuso un número elevadísimo de óperas, hoy es conocido sobre todo por la música instrumental. Es más, creo que sus óperas se representarán en Venecia, si acaso, y en el resto del mundo son absolutamente excepcionales. De entre sus obras instrumentales, es la colección de conciertos del op. 9 lo más conocido. Pero para este fin de semana he escogido otra obra: la Sonata op. 6 Nº 6. Una bellísima pieza en la que destaca, como siempre en Albinoni, su movimiento lento. Disfruten.