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César Coca

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Ningún fin de semana sin música: ‘Introducción y rondó caprichoso’ de Saint-Saëns

Este año se ha cumplido el 175 aniversario del nacimiento de Pablo Sarasate, violinista y compositor que en su tiempo gozó de una fama gigantesca, al estilo de las mayores estrellas que puedan existir en este momento en el mundo de la música clásica. Tan es así que los mejores compositores de esos años escribieron para él. Uno de ellos fue Camille Saint-Saëns, un autor a medio camino entre el Romanticismo y el Impresionismo, a quien con frecuencia se acusa de escribir una música academicista y perfecta formalmente pero a la que le falta el punto de pasión, el arrebato, que distingue a otros de esos mismos años.

La crítica tiene algo de injusta. Saint Saëns dejó un catálogo muy amplio (169 obras numeradas, más decenas de ellas sin numeración), y además fue un promotor de la música francesa, intérprete, gran viajero con amplia curiosidad -lo mismo le interesaba la arqueología que la botánica-, profesor, etc. Es cierto que tuvo una larga vida, sobre todo para su época, pues murió a los 86 años, ya bien entrado el siglo XX. Pero otros vivieron casi lo mismo e hicieron muchas menos cosas. Pero no se trata solo de eso: en un puñado de sus obras hay melodías muy inspiradas y desarrollos brillantes. Y desde luego son muy exigentes con los solistas cuando los hay. Por eso son tan apreciadas por estos, dado que les permiten lucir sus habilidades mientras interpretan partituras que gustan al público.

Les propongo para hoy una obra que Saint Saëns dedicó al gran Sarasate. Que fueron tres en total: los conciertos Nos 1 y 3 y esta Introducción y rondó caprichoso, escrita para un violinista que tenía entonces solo 19 años. Si se tienen en cuenta las dificultades técnicas de la obra, se puede concluir con facilidad que el nivel del joven Sarasate era extraordinario. Se la dejo en la versión de Anne Akiko Meyers. Disfruten.