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César Coca

Divergencias

Ningún fin de semana sin música: Sonata para piano Nº 8 ‘Patética’ de Beethoven

Hoy les propongo una obra que en mis ya lejanos años estudiantiles escuchábamos una y otra vez un par de amigos y yo. Estábamos en Madrid, en un colegio mayor, y uno de ellos tenía un tocadiscos (yo me conformaba con un reproductor de casetes y hacía copias de manera compulsiva de los elepés que teníamos en la discoteca del colegio) donde poníamos casi como si fuera un rito religioso unos viejos discos de los años sesenta, creo que aún monoaurales algunos de ellos, con esta y otras sonatas de Beethoven en versiones de Wilhelm Kempff, Sviatoslav Richter, Emil Gilels, Claudio Arrau y otros intérpretes de ese nivel.

En mis recuerdos ya borrosos de esos años suena esta sonata un sábado de finales de invierno, con la nieve blanqueando los picos de Guadarrama. Luego la he escuchado muchas más veces, por supuesto también en directo. Pero quizá nunca ha causado el impacto emocional que tenía en aquellos años esta obra que comienza de una forma intensa, dramática, casi violenta -lo nunca visto en una sonata hasta ese momento- y sigue con uno de los más bellos movimientos líricos del genial sordo de Beethoven. Se trata de, probablemente, la sonata más relevante de las de la primera época de su autor, que tenía 27 años cuando comenzó a escribirla. Y decir de una obra que es de las más importantes cuando forma parte de una colección tan gigantesca en todos los sentidos como la que integran las sonatas para piano ya es decir. Se la dejo en la versión de Vladimir Ashkenazy, a quien pude entrevistar hace ya unos cuantos años en Bilbao, adonde vino en esa ocasión como director. Siempre he pensado que como pianista es mejor.

Disfruten.