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César Coca

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Un libro cada semana: ‘Los crímenes de Alicia’ de Guillermo Martínez

los-crimenes-de-aliciaGuillermo Martínez es un novelista argentino cuya formación académica transcurrió durante una etapa de su vida en Oxford y giró en torno a las Matemáticas. No es casualidad, por tanto, que su primer gran éxito literario, Los crímenes de Oxford (2004), se sitúe en ese escenario y tenga como protagonistas a un profesor de Exactas y su joven discípulo. Aquella novela, que alcanzó un importante volumen de ventas también en Reino Unido, tuvo una versión cinematográfica dirigida por Alex de la Iglesia.
Ahora Martínez recupera al personaje del estudiante argentino y su mentor y los vincula a una historia que tiene como eje a Lewis Carroll, el escritor-matemático, y su ambigua relación en la vida real con Alicia, la niña que inspiró a su personaje más célebre. La novela, que ganó el Nadal el mes pasado, comienza cuando una joven investigadora encuentra una hoja escrita por una sobrina nieta de Carroll –quien se quedó con todos los papeles tras su muerte– en la que resume lo que estaba anotado en las hojas arrancadas de los diarios de aquel.
Esa información podría alterar por completo todo cuanto se sabe respecto del escritor y Alicia. La joven, de la que el estudiante argentino empieza a enamorarse, es arrollada por un coche horas antes de que presente su descubrimiento a una sociedad que agrupa a los académicos especialistas en la materia. La sospecha de que no ha sido un accidente se suscita de inmediato y adquiere un peso insoportable cuando el editor de los estudios sobre el autor de Alicia en el país de las maravillas aparece muerto.
El asunto por tanto es qué ha descubierto la joven, qué misterio sobre la confusa relación entre Alicia y Carroll –que ha dado lugar a miles de páginas en la vida real– puede salir a la luz para que haya alguien dispuesto a matar por ello. La novela plantea juegos de lógica al estilo de los que tanto gustaban al escritor e incluye algún enigma matemático mientras desarrolla una línea narrativa que responde al canon del relato policial. Porque también hay un inspector investigando, aunque al final sean el protagonista y su mentor quienes carguen con el peso de las pesquisas.
Alguien ha dicho que hay un aire a Umberto Eco y El nombre de la rosa en este libro. En efecto, hay un aroma común, de manera que gustará y mucho a quienes a una novela de misterio le piden algo más que tratar de descubrir al asesino.

(Publicado en elcorreo.com)