Con frecuencia, en las novelas policiales lo más novedoso no está en las tramas, sino en su desarrollo. El asesinato de una joven con vocación de actriz tras haber hecho Macbeth en una función escolar y el hecho de que los principales sospechosos del crimen sean su novio y el profesor con el que mantenía una relación no es demasiado original. Y esa es la trama de Todos mienten, de Mindy Mejia.
Tampoco lo es que la joven fuese una estupenda actriz fuera de las tablas, una manipuladora de gran nivel. Y ni siquiera es demasiado inusual que la novela esté narrada en primera persona por tres personajes distintos: la joven, su profesor y el sheriff de la localidad, que debe investigar lo sucedido.
Sin embargo, Mejia consigue atraer al lector con un relato ágil, en el que nada sobra y en el que lector es conducido hasta un final que, sin llegar al nivel de sorpresa habitual en los textos de Lemaitre, tiene un par de quiebros que resultan atractivos.
Por supuesto, como sucede en tantas novelas de hoy, Todos mienten se prestaría, sin demasiados cambios, a un tratamiento cinematográfico o televisivo. Y así ha sucedido también con las referencias que la autora ha manejado –y que los editores no obvian en la promoción– sin duda alguna para su relato.
(Publicado en elcorreo.com)