Philip Glass es uno de los más singulares músicos de la actualidad. De entrada, tuvo una formación exquisita: estudió Matemáticas y Filosofía en Chicago, luego ingresó en la elitista Juilliard School, tuvo como maestros a Milhaud y Boulanger, se adentró en la música oriental con Ravi Shankar y conoció a Pierre Boulez, el escritor Allen Ginsberg y el director teatral Jean-Louis Barrault. Con todos ellos aprendió, de todos ellos tomó influencias.
Durante un tiempo, la música no le daba para vivir, así que trabajó como taxista y técnico reparador de electrodomésticos. Pero a partir del éxito de la ópera Einstein on the Beach empieza a ser conocido y poco después puede dedicarse ya a la composición de manera exclusiva. Su catálogo es enorme: hay óperas, conciertos, piezas para piano, sinfonías, ha escrito música para películas, ha hecho que se rueden películas para su música… Aunque considerado uno de los padres del minimalismo, no le gusta que le asocien a esa corriente. Lo pude comprobar personalmente hace unos años, durante una entrevista que le hice en Valencia. Su música se basa, en su propia expresión, en estructuras repetitivas. Se puede comprobar en este fragmento del Concierto para violín y orquesta Nº 1, una de sus obras más célebres. Esa repetición tiene un verdadero efecto hipnótico sobre el oyente. Aquí se lo dejo. Disfruten.