Un escritor ha conseguido un éxito notable y repentino tras cambiar de identidad y crearse a sí mismo como un personaje. Dos periodistas –él algo más veterano, ella más joven e idealista– que suelen colaborar entre ellos aunque trabajen para medios competidores lo entrevistan cuando llega a su ciudad a presentar su última novela, y poco después se suicida en la habitación del hotel en el que se aloja.
Cuando los dos periodistas están indagando en las razones de un suicidio que de alguna forma les parece improbable, encuentran una pista que los conduce hasta el directivo de un museo que ha sido procesado por un desfalco y que está implicado también en un asunto turbio sobre un cambio de moneda para la adquisición de obras de arte. De fondo, una consejera de Cultura salpicada por la nefasta gestión de las obras de un museo de moda, que tuvo la pésima idea de tomar prestado un pañuelo de los fondos de esa entidad para lucirlo en una fiesta. Si añadimos que la ciudad en la que todo sucede es, sin la menor duda, Bilbao, muchos lectores entenderán que Oviedo y Sierra se han basado en historias publicadas en los periódicos para construir esta novela.
El hacedor de títulares es una novela sobre periodistas culturales que se ven obligados a indagar en un tema que más correspondería a los de sucesos. En realidad, eso es el macgufin de Hitchcock, porque lo que les interesa es hablar de la profesión que comparten los autores de la novela: el periodismo cultural. Ambos tienen una larga trayectoria en ese ámbito, y Elena Sierra es habitual en las páginas de EL CORREO.
Con el esquema de un thriller, los dos autores construyen una novela crítica con el ejercicio actual del periodismo pero al tiempo entregada a la causa de una profesión que les apasiona. Y que ofrece la posibilidad al lector más informado de ir descubriendo en qué personas reales están inspirados algunos de los personajes (ficticios) de la novela.
(Publicado en elcorreo.com)