Stefan Zweig (1881-1942) es uno de los escritores que mejor narraron la decadencia de una clase social y su manera de entender el mundo, y la deriva de algunos grupos hacia el totalitarismo que terminaría por arrasar con todo. Su biografía muestra no pocos puntos en común con la de Sándor Márai, y no se trata solo de que ambos se suicidaran. Más bien el paralelismo se refiere a esa capacidad para describir el fin de un modelo social y a su propia incapacidad para adaptarse a los nuevos tiempos.
La obra más célebre de Zweig, que además ha sido llevada muchas veces al cine, es Veinticuatro horas en la vida de una mujer. Ahora acaba de ser publicada Miedo, una novela corta que cuenta la historia de una dama joven, casada y con dos hijos, que tiene como amante a un pianista de éxito más bien moderado. Un día, cuando sale de casa de este tras un encuentro amoroso, es sorprendida por una mujer de aspecto vulgar que le recrimina que le haya quitado a su novio y le exige dinero para no denunciarla. Irene, que así se llama, le entrega una suma sin pensar.
A partir de ahí, el chantaje va en aumento mientras Irene tiembla de pensar que su marido, un brillante abogado, llegue a enterarse de su infidelidad. Zweig se adentra en el alma de la mujer, en su temor, el sentido de la culpa, el arrepentimiento, el odio… todos los sentimientos que es capaz de albergar alguien que cree que su vida está a punto de derrumbarse. Y encima piensa que ni siquiera estaba realmente enamorada del pianista y que se trataba más bien de un aliciente extra en su vida cómoda y llena de placeres mundanos.
El final es sorprendente, pero las novelas de Zweig no deben leerse como artefactos construidos para mantener la intriga. Es todo lo que pasa por la cabeza de Irene lo que importa, el debate moral al que debe hacer frente.
(Publicado en elcorreo.com)