Hace ya casi una década. Félix G. Modroño publicó un par de novelas ambientadas en el siglo XVII, que tenían como protagonista a un médico e investigador formado en la Universidad de Salamanca y que, tras la muerte de su esposa, había comenzado a trabajar para la Corona en asuntos especialmente delicados. Aquellas novelas eran La sangre de los crucificados y Muerte dulce. Tras esos títulos, Modroño escribió otros dos más, La ciudad de los ojos grises y Secretos del Arenal, en las que cambia de época y de tipo de trama, aunque en ambas hay un misterio por resolver.
En Sombras del agua, Modroño recupera al que –él mismo lo ha dicho– es su personaje más querido, y lo traslada a Venecia. Lleva de nuevo un encargo real, pero allí tropieza con un asunto de mucho más relieve. Mientras las mejores cabezas de Europa se reúnen en un singular congreso, una amenaza encoge el ánimo de los gobernantes de la República, justo en el momento en que el dogo muere y es preciso elegir sucesor: alguien quiere hundir la ciudad en las aguas. Literalmente. El protagonista recibe entonces el encargo de resolver algunos crímenes y de paso salvar Venecia.
Modroño traza su relato sobre una época apasionante de la ciudad de los canales: la de su último destello de grandeza en una Europa siempre amenazada por luchas internas. La última gran generación de artistas barrocos está a punto de empezar a crear y a dar a Venecia el impulso que la convertiría en una ciudad única, en un museo al aire libre para orgullo de todos sus habitantes. Sin embargo, tras ese fulgor se ocultan recelos, envidias y tensiones. Y crímenes. El autor pinta un fresco repleto de color sobre el que actúan los personajes, e invita a los lectores a sumergirse en un momento histórico irrepetible.
(Publicado en elcorreo.com)