Jonas Karlsson es actor de cine y teatro y se suma a una moda que ha invadido el continente: la de que personalidades del mundo de la interpretación escriban novelas. Y en este caso, con un planteamiento arriesgado en el que se observa la influencia de la técnica teatral: la acción de La habitación transcurre casi en su totalidad en el espacio limitado de una oficina, con unos pocos despachos, una dependencia donde existen varias mesas y un cuarto con máquinas de bebidas y comida.
A esa oficina llega un día Björn, un joven empleado que está empeñado en demostrar que puede ser el mejor haciendo su tarea. Y lo hace de forma más que visible: es el primero que llega al trabajo, reduce los descansos al mínimo, es meticuloso de una manera enfermiza y apenas se relaciona con sus compañeros para no perder el tiempo. Un día, de manera casual, descubre un pequeño cuarto sin apenas mobiliario. Ese será el lugar al que se retire primero a descansar y luego a preparar algunos trabajos especiales. Solo hay un problema: que nadie admite que esa estancia exista.
El lector descubre pronto que el protagonista/narrador es una especie de psicópata. También descubre enseguida que su mente retorcida es perfecta para hacer un retrato lúcido y descarnado de las relaciones humanas en organizaciones despersonalizadas y tecnificadas como son hoy muchas empresas. Esta novela con recursos de teatro del absurdo y aromas de Kafka y Melville es un ejercicio de inteligente humor surrealista. Humor negro, por supuesto.
(Publicado en elcorreo.com)