La Historia de la Música está llena de paradojas. Una de las más divertidas la protagoniza Mijaíl Glinka, el padre del nacionalismo musical ruso. Cabría decir que el padre de la música clásica de su país, así en general, porque con anterioridad a él quienes componían en aquellas tierras eran autores de otros países (en muchos casos, italianos) atraídos por el lujo y el gusto por las artes de la corte de San Petersburgo. Pues bien, Glinka pasó una temporada en España donde estuvo en varios lugares, entre ellos Fresdelval, muy cerca de Burgos capital. Durante su estancia conoció la música popular del país, y se enamoró de algunas de sus manifestaciones, sobre todo de la jota aragonesa. Algunos especialistas ven una cierta influencia del folclore español en sus obras posteriores. Sobre eso, puede discutirse, imagino. No hay en cambio duda alguna respecto de esta pieza que les propongo para este fin de semana: un capricho escrito sobre una jota aragonesa. Pueden ganar una apuesta si hacen que lo escuche alguien y luego le preguntan por la nacionalidad del compositor… Disfruten.