Alguna vez he comentado en este blog que es mucho más fácil que me encuentren en Venecia durante un carnaval que en Rio. Por mi debilidad respecto de la ciudad de los canales, por su historia, su cultura, su música y la fascinación que me producen esos disfraces y máscaras que proceden de la época barroca, cuando el carnaval duraba casi medio año y la ciudad era una fiesta un día sí y otro también. Tenía que ser muy interesante la vida en la República Serenísima…
Como el carnaval está aquí, mi propuesta de este viernes es una obra de un músico veneciano: Tomaso Albinoni. Un compositor peculiar, que no tuvo que trabajar para la Iglesia ni apenas estableció trato con los aristócratas de la época (alguno sí hubo) porque procedía de una familia de acaudalados comerciantes, de manera que tenía recursos económicos para escribir lo que quisiera, al margen de los encargos y obligaciones que otros músicos mucho menos afortunados tenían que satisfacer.
Albinoni coincidió en el tiempo con un gigante: Vivaldi. Ello ha ensombrecido un tanto su obra, que sin embargo tiene un valor muy notable. En la parte instrumental de su catálogo podría decirse que sus movimientos rápidos son inferiores en ritmo, imaginación y desarrollo a los de Vivaldi, pero los movimientos lentos tienen una intensidad y emoción en muchos casos superiores. Les dejo esta Sonata op. 6 Nº 6, para violín, violonchelo y clavicémbalo. Disfruten.