Javier Cercas es, probablemente, el autor español que más ha explorado los límites entre la realidad y la ficción. Ya lo hizo en la novela que lo catapultó a la fama (Soldados de Salamina) y lo ha seguido haciendo incluso en textos que él mismo presenta como ficción más o menos pura. Es el caso de Las leyes de la frontera, donde contaba la historia de un grupo de delincuentes juveniles encabezado por un muchacho que está claramente inspirado en El Vaquilla.
Anatomía de un instante es la primera de sus novelas (y no es un error llamar así a ese libro, puesto que el género lo admite todo) en la que lo narrado es real de principio a fin –o hipótesis razonables allá donde no se conoce con exactitud lo sucedido–, y El impostor continúa esa línea. El libro gira en torno a la figura de Enric Marco, un anciano que durante años contó su peripecia como superviviente de un campo de concentración, dio conferencias, habló ante las Cortes, presidió una asociación de supervivientes del horror nazi, fue objeto de trabajos biográficos en los que también se destacó su pasó por la Guerra Civil en el bando republicano… y nada de ello era cierto. Marco fue amasando su gran impostura con una sabia mezcla de medias verdades y mentiras descaradas allá donde ya nadie podía levantar la voz y descubrirlo. Lo logró durante muchos años.
Cercas cuenta la historia de este impostor a partir de largas conversaciones con él, contrastadas con documentos y la versión de personas que pudieron haberlo conocido de haber estado en los lugares donde dice que estuvo. El relato de Marco aparece así enfrentado a la realidad, mediante un mecanismo en el que el autor extremeño radicado en Cataluña le da voz en algunos capítulos y narra su propia versión en otros, al tiempo que va mostrando al lector cómo ha llegado hasta esa verdad que el impostor oculta.
El libro se articula así en tres planos: la historia que el falso superviviente del horror nazi había contado de sí mismo, su biografía real desde el nacimiento hasta la vejez y el trabajo del propio autor, que va cambiando su punto de vista respecto del impostor porque al final descubre que todos los somos en alguna medida, y esta no es nunca pequeña. Cercas escribe con esa sencillez aparente, sin artificios visibles, que solo se logra trabajando al máximo el estilo, concentrándolo en la pura esencia para conseguir que la historia fluya con toda naturalidad pese a lo compleja que resulta la estructura. El libro termina por interpelar al lector porque Enric Marco no está tan lejos como puede parecer al inicio de la lectura.
(Publicado en elcorreo.com)