Ernst Jünger, uno de los intelectuales más relevantes del siglo XX, vivió más de cien años, y la vida le alcanzó para participar en las dos guerras mundiales. En la Primera, se alistó como voluntario. En la Segunda, se incorporó al alto mando para ver poco después cómo el Gobierno de su país prohibía sus obras. Con todo, el fantasma de su cargo en el Ejército alemán durante esos años nefastos le perseguiría el resto de su vida, por más que sea conocido su rechazo al antisemitismo y su colaboración, aunque fuera como figura menor, en algunas de las conspiraciones contra Hitler en la recta final de la contienda.
En El teniente Sturm, Jünger narra algo que conocía muy bien: la experiencia en el frente durante la PGM, en la que él mismo resultó herido en varias ocasiones. Aquí están el ambiente de las trincheras, los ataques, la amenaza permanente del gas tóxico, las enfermedades, la penuria, la muerte. Pero más importante que todo eso es el debate sobre morir o matar, el papel de los intelectuales, el poder de seducción de la violencia, la actitud ante la guerra… De todo eso hablan Sturm y sus compañeros: algunos con argumentos simples pero rotundos; otros con pensamientos más complejos pero al tiempo con grandes dudas.
El sexo y el heroísmo –ese apunte sobre cómo el miedo se disimula mejor, incluso se olvida cuando nos están viendo– juegan también su papel en este librito que tiene apariencia de novela y contenido de ensayo. Fue publicado en 1923 y es la primera vez que se traduce al español.
(Publicado en elcorreo.com)