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César Coca

Divergencias

La perversión de las palabras

Necesitamos las palabras, no podemos vivir sin ellas, pero también es preciso que estemos de acuerdo sobre lo que significan. El problema es que muchas veces, sobre todo en el ámbito de la política, se pervierten hasta hacer que digan una cosa bien diferente de su sentido original. A veces, se manipula el significado porque un término parece capaz de revestir de nobleza cualquier cosa, y entonces se hace que encaje aunque no sea la palabra más adecuada. En otras ocasiones, una realidad gris se adorna a base de palabras hermosas a ver si así cuela como digno lo que no es más que vulgar.

Voy a usar dos ejemplos que les van a sonar. Mucho. Uno es arrepentimiento. Hay que exigir a los presos de ETA que se arrepientan para que puedan acogerse a los beneficios… etc. Lo hemos escuchado muchas veces. Pero el arrepentimiento no se puede exigir. Es un sentimiento. Lo ha explicado Javier Marías, que algo entiende de lenguaje, en más de una ocasión. No se puede pedir a nadie que sienta pesar por algo que ha hecho, que eso es el arrepentimiento, de la misma forma que no se puede exigir a nadie que se enamore de nosotros. O que sienta compasión. Los sentimientos surgen, no obedecen a norma alguna. Así que no estaría mal que los políticos –los periodistas también tenemos alguna culpa, lo sé– dejaran de usar el término tal y como lo están haciendo.
Segundo término: equitativo. El sistema educativo vasco es muy equitativo, han repetido como una mantra quienes han estado y están al frente del Departamento correspondiente desde hace mucho tiempo. Y en realidad hablan de que las notas de los alumnos vascos son muy homogéneas o, dicho en términos estadísticos, tienen una desviación típica baja: no hay muchas calificaciones muy altas ni muy bajas. La equidad es, según el DRAE, la «disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece». Es decir, que tan equitativo puede ser un sistema que produce como resultado unas notas espectaculares y otras muy bajas como el que genera que todos obtengan entre 4 y 6. La equidad del sistema no depende de las notas. ¿Por qué se usa el término? Porque es más noble que homogéneo. La equidad es una virtud. Pero que todos los alumnos saquen notas medianillas no lo es. Aunque se quiera disfrazar. Y, en este caso, lo peor es que el término lo usan los responsables de Educación, que deberían conocer el significado de las palabras. Lo suyo no es equitativo.