Estimada Sra. Pantoja:
No nos conocemos, así que seguramente se estará preguntando por qué me dirijo a usted. Y por carta, ese procedimiento tan antiguo. Ya le adelanto que no se trata de nada relacionado con su trabajo artístico. A mí no me gusta lo que usted canta ni cómo lo canta, pero supongo que después de haber vendido más de cuatro millones de discos mi opinión al respecto le importa un bledo.
Si me dirijo a usted es porque, así lo he leído, protagonizó un desagradable incidente hace unos días en el aeropuerto de Bilbao. Según las noticias que se han difundido, una periodista -quizá fueran más, pero se encaró con una- le preguntó por sus hijos y usted le contestó: “¿Tú tienes vida? Pues vívela o cómprate una”.
Le diré que no me gusta eso que se llama prensa del corazón. Añadiré que el acoso a los personajes públicos por parte de esos programas o esa prensa es algo que me incomoda bastante. Pero, a partir de ahí, le recuerdo que usted tiene un hijo que vive (seguramente muy bien) sin dar un palo al agua no por la suerte de una herencia ni por el golpe de fortuna de un gordo de la Lotería Nacional, sino precisamente porque a usted le han preguntado muchas veces por él. Todas esas preguntas y sus respuestas han contribuido a hacerlo famoso. Y en este país eso es más importante que tener estudios o talento. Por eso, me parece que su reacción fue especialmente desafortunada. No solo faltó al respeto a una persona que lo merece lo mismo que usted, sino que al hacerlo pareció olvidar que durante muchos años le ha venido muy bien que los periodistas la siguieran y le hicieran justo esas mismas preguntas.
Por último, le diré que estoy convencido de que una parte de su consejo-instrucción a la periodista es inútil. Podrá vivir su vida, por supuesto. En cambio, dudo que, en el hipotético caso de que se vendieran, pudiera adquirir una con su sueldo. Y, que se sepa, a ella no la han pillado blanqueando grandes cantidades de dinero negro.
Reciba un atento saludo.