Henri Vieuxtemps fue un violinista formidable, uno de esos intérpretes que dominan una época. Un resumen de su biografía arroja una luz brillante sobre lo que acabo de decir: primer concierto público a los siete años, a los trece da conciertos por toda Europa e incluso viaja a EE UU, poco después realiza una larguísima gira por Rusia, a los 26 es el violín solista de los Teatros Imperiales de San Petersburgo, y así durante casi toda su vida.
Como compositor, este músico belga consiguió también un éxito notable en su época pero ha quedado bastante olvidado, por lo menos fuera de su país. Sin embargo, es autor de un puñado de conciertos para violín y un par de ellos para el chelo que no son en absoluto desdeñables. Antes al contrario, merecen una interpretación más frecuente. Su lenguaje puede ser criticado por demasiado clásico (no ha faltado el crítico graciosillo que ha dicho que apellidándose como se apellidaba estaba casi obligado a ser poco innovador) pero sus obras tienen energía, requieren de un depurado virtuosismo y en ellas se hallan sin dificultad melodías hermosas.
Este fin de semana les dejo los primeros minutos del Concierto para violín y orquesta Nº 4, una de sus obras más populares. Se trata de una versión muy antigua, de hace casi 80 años. Es la de Jascha Heifetz, acompañado por la Filarmónica de Londres bajo la dirección de John Barbirolli. No está mal la referencia, como ven. Disfruten.