Corren rumores de que el IVA cultural puede ser rebajado a la vuelta de las vacaciones. Y parece, también, que no será Wert quien plantee la medida ante el Consejo de Ministros porque, siempre según lo que cuentan los periodistas que siguen la información del PP, tiene sus días contados como titular de la cartera.
Rectificar es de sabios pero en este caso no sé si quienes primero tomaron una decisión a todas luces contraproducente para la cultura y ahora, un año después, dan marcha atrás merecen tal calificativo. Lo digo porque llamar sabio a quien se da un tiro en el pie del que puede que quede cojo para mucho tiempo, o para siempre, me parece excesivo por más que llegue a reconocer implícitamente que se equivocó.
Es obvio que la subida del IVA no es lo único que ha retraído el consumo cultural. La prueba es que también la venta de libros en papel ha descendido, y el IVA aplicado no sufrió aumento alguno. Pero nadie puede negar que el impacto de la subida fue muy negativo. El problema añadido es que una eventual reducción del impuesto, incluso a los niveles anteriores –que esa es otra cuestión, puede que baje pero no tanto–, no garantiza que el consumo se recupere. No es fácil convencer de que vuelva al cine o a la ópera a quien lleva un año sin ir o ha reducido sustancialmente la frecuencia con que lo hace.
En definitiva, el resultado de la medida ha sido espectacular: ha contribuido a desguazar el sector y encima no se ha conseguido una recaudación mayor. Así que de elogios para quienes primero erraron y ahora corrigen, nada. Y otro tema importante: quien forma parte de un Gobierno que adopta medidas que no le gustan debe dimitir, por pura coherencia personal. Lo que no cabe es seguir ahí, compartiendo responsabilidades, y luego ir diciendo que no se está de acuerdo. Lo digo por Lassalle, claro, pero también por directores generales, diputados, consejeros y demás que han firmado presupuestos que suponían, directamente, el hundimiento de su sector. Muchos de ellos siguen ahí, en sus puestos, como si la cultura floreciera por su brillante gestión. Ahora, a ver quién repara los daños causados.