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César Coca

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Aquellos viejos cines de la ciudad

Leí el otro día que la ciudad de Pontevedra se ha quedado sin cines. Los habrá en centros comerciales situados en la periferia, pero no en el casco urbano. La lectura de la noticia me llevó a repasar mentalmente los cines del Bilbao de mi infancia que ya no existen, y fue una inmersión en la nostalgia.

Recuerdo películas del oeste, de espías, de guerra, de aventuras, de dibujos animados o musicales vistas en sesiones de domingo por la tarde en cines de los que en muchos casos ni siquiera queda huella en la Villa: Trueba, Buenos Aires, Actualidades, Gran Vía, Coliseo, Capitol, Consulado, Astoria, Urrutia, Ideal, Vistarama, Canciller, Deusto, Gayarre, Olimpia… Salas en las que la imagen y el sonido eran de una calidad muy inferior a las de hoy, pero donde la gente seguía las películas con un silencio reverencial. Donde no olía a pizza ni bocadillos de panceta porque nadie comía nada de eso durante la proyección.
Cines donde soportábamos el insoportable no-do, pero en los que con frecuencia proyectaban cortos que a veces eran más interesantes que los largometrajes. Salas en las que los adolescentes de la época disfrutábamos de programas dobles, lo que suponía que invertíamos toda la tarde.

Esos cines urbanos tenían además la virtud de animar la vida de la ciudad. Aquellas tardes de domingo, Bilbao se llenaba de gente, de parejas con hijos que se tomaban un café y un bollo de mantequilla antes de entrar a la función. La desaparición de las salas en el centro de la ciudad ha supuesto también su desertización los domingos por la tarde, y pasear por las calles en esas horas genera una cierta tristeza, un pellizco emocional como el que se sufre cuando se camina por un pueblo abandonado.
Nostalgia de los viejos cines de ciudad.

 

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