Hay quien ha comparado este libro con Cien años de soledad de García Márquez, y no parece descabellado establecer un paralelismo. Bryce Echenique narra la peripecia de varias generaciones de una saga familiar y no faltan violencias, crímenes, envidias, relaciones al borde mismo del incesto, algún que otro episodio de pedofilia, brillo y declive. La diferencia es el ámbito, que aquí es el muy urbano de la alta sociedad limeña, y la dosis de humor que pone el autor en todo ello, frente al carácter más bien mítico de Macondo y los Buendía.
Bryce Echenique ha tomado elementos de su propia familia, pero sobre todo de algunos de los grandes apellidos de la alta sociedad de su país, para construir esta novela que tiene una carga dramática mayor que la habitual en títulos anteriores. Porque aunque la gran mayoría de los textos del autor de Un mundo para Julius está marcada por una profunda melancolía, nunca había llegado a contar cosas como las que acontecen en la familia De Ontañeta Tristán. Y que empiezan cuando el patriarca se dispone a celebrar su 104 cumpleaños en el invernadero de su casa y unido a su bombona de oxígeno y terminan con la decadencia de un descendiente cuya ocupación más relevante es pasarse el día en la cama.
El escritor peruano construye aquí un texto más barroco -a veces no demasiado fácil de seguir- que en libros anteriores. Hay una profundidad superior a la que se hallaba en volúmenes de esta misma etapa creativa, como Reo de nocturnidad, una mayor crítica a una sociedad que es la suya pero que no le gusta en muchos aspectos. No se asusten por el título. Dándole pena a la tristeza es un libro que se lee con una sonrisa en los labios, aunque en algunos momentos el lector tuerza el gesto.
(Publicado en elcorreo.com)