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César Coca

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Un libro cada semana: 'Claraboya' de José Saramago

Un nuevo libro antiguo de José Saramago. La historia es conocida. En 1953, José Saramago envía un manuscrito a una editorial.  Ha escrito el texto al filo de los 30 años y es su segunda novela. La primera ha pasado inadvertida tanto para la crítica como para el público de su país. La editorial no le contesta y Saramago espera una respuesta hasta casi olvidarse por completo del libro. En 1989, la editorial se cambia de sede y entre las cajas con documentos aparece el original. Para entonces su autor es un escritor respetado y famoso. Todavía lo será más cuando se convierta en el primero en lengua portuguesa en recibir el Nobel, pero ya en ese momento su celebridad es notable.

La editorial le propone publicar el libro, pero Saramago dice que no. Considera que el momento de ese libro ya ha pasado y no tiene buen recuerdo de su peripecia. De hecho, el silencio de la editorial tuvo como principal consecuencia que no escribiera su siguiente título hasta casi veinte años después porque en todo ese tiempo consideró que no tenía nada que decir. El Nobel portugués se negó a publicar el libro pese a la insistencia de su entorno más próximo pero en cambio dejó libertad a sus herederos para hacerlo tras su muerte. Y aquí está el libro. La resurrección literaria de Saramago con un texto de hace casi 60 años.

¿Es el Saramago que conocemos todos quien está en este libro? Sí en cuanto a los personajes y el tema: la vida gris, difícil, dura, carente de esperanza muchas veces, de la gente humilde. La novela cuenta la historia de las personas que viven en un edificio. Gente modesta, cuyas vidas abundan en frustraciones, pero que mantienen en mucho casos intacta su dignidad de resistentes.

Hasta ahí, nada que desentone de obras como Ensayo sobre la ceguera, La caverna o El hombre duplicado. Lo que chocará al lector es el estilo. Frente al Saramago de frases muy largas, con diálogos insertos en el flujo narrativo mediante cambios de sujeto que obligan a una lectura atenta, aquí encontramos una construcción basada en frases más bien cortas, con sus diálogos convencionales (y sus guiones al principio de cada intervención) y un planteamiento clásico en cuanto al manejo de los tiempos. Es decir, que no hace falta leer en voz alta el texto para comprender esos cambios de sujeto, como él mismo Saramago recomendaba a los lectores.

¿Es el cambio sustancial hasta el extremo de que no se reconoce Claraboya como un libro de su autor? Creo que no porque la fuerza de la historia y los personajes sí lo sitúan en el tronco central de su narrativa. Aunque ese diferente estilo puede hacer que algún lector no se sienta tan sumergido en el mundo Saramago. A cambio, para quien se acerca por primera vez a su obra, el libro resulta más fácil de leer, precisamente por ese planteamiento narrativo más convencional.