Anda el patio de la distribución de productos culturales muy revuelto a cuenta del asunto Megaupload. No voy a entrar en el meollo de la cuestión porque me parece un tema de extraordinaria complejidad y porque hay personas mucho más informadas que yo sobre el tema, que pueden por tanto dar opiniones fundamentadas e interesantes.
Pero sí quiero comentar un par de argumentos que se oyen con frecuencia y que se multiplican desde hace unos días por parte de quienes restan importancia a la operación del FBI o la critican abiertamente. El primero es el de que las cifras del expolio que se atribuye a los responsables de la organización, o a los piratas de música cuando se habla de daños al sector discográfico, no son reales porque muchos, “si tuvieran que pagar por ello, no verían esos filmes o escucharían esas canciones”.
Vamos a ver: si tuviera que pagar no me bajaría toda esa creación cultural que tiene unos autores conocidos que se han quedado sin cobrar derechos de autor. ¿Qué les parece si aplicamos ese mismo argumento a otras actividades de la vida? Tres, para no extendernos.
1) Si tuviera que pagarme el billete no iría a Buenos Aires, pero me he colado en el avión y estoy cruzando el Atlántico.
2) Si tuviera que pagar nunca me apuntaría a este curso, pero como nadie me ha detenido en la puerta me he metido en el aula.
3) Si tuviera que pagar no iría a este médico porque en el fondo no lo necesito, pero he hecho una pequeña falsificación de la tarjeta y me ha recibido.
La legislación contempla que no se considere hurto el caso de quien se lleva alimentos de una tienda si está pasando hambre. Pero si tiene comida de sobra, la justicia irá tras esa persona. En la cultura, el caso que comentamos es el de quien hurta algo sin necesitarlo. Lo que debería ser un agravante y no un atenuante. Si no te interesa ese producto lo suficiente como para pagar por él, de la misma forma que pagas por una prenda de ropa, un kilo de fruta o un viaje en avión, no le prestes atención. ¿Por qué descargártelo si en el fondo no te atrae?
Un segundo argumento: los autores deben buscar sobre todo la difusión de su obra porque distribuir su música gratis atrae gente a sus conciertos. Habría que diferenciar entre tipos de música para poder sostener con toda razón la última afirmación, pero en cualquier caso no me parece de recibo que desde fuera se quiera imponer al creador lo que debe hacer con su obra. ¿Y si no quiere hacer conciertos en vivo y desea vivir de la difusión de su obra grabada? ¿Quiénes son tantos profetas de la libre difusión de la cultura para impedírselo?
Me gustaría saber la reacción de muchos de quienes sostienen estos argumentos si se enteraran de que los alumnos que tiene frente a ellos en su clase se han colado y como nadie paga matrícula no podrán remunerarle a final de mes por su trabajo… Quizá ese día cambiaran de opinión.
(Dicho todo esto, me parece que algunos argumentos críticos con el cierre de Megaupload son muy consistentes. El problema es que van acompañados de otros, con frecuencia los más populares y con los que más se queda la gente, que son de una gran inconsistencia).