A estas horas, no ha trascendido aún si Mario Vargas Llosa ha aceptado el ofrecimiento de presidir el Instituto Cervantes. Hay quien lo da por hecho porque ha sido el Rey quien le ha llamado a petición del Gobierno para ofrecerle el cargo y no parece probable que le haga el feo de rechazarlo.
¿Es Vargas Llosa la persona adecuada para ese cargo? Lo primero que hay que aclarar es que el cargo tendría funciones más propias del ámbito diplomático que ejecutivas. El Gobierno pretende que Vargas Llosa sea un embajador de la cultura española y en especial de cuanto gira en torno a la lengua española. Y no cabe duda de que el autor de La fiesta del Chivo tiene una agenda de contactos internacionales inmejorable.
En ese sentido, me parece que el nombramiento, si finalmente acepta el interesado, equivale en el ámbito futbolístico al fichaje de Messi, Iniesta o Cristiano Ronaldo. A priori, extraordinario. Luego habrá que ver qué resultado da (como en cualquier fichaje, supongo que no necesitan ejemplos de nombres recibidos con enorme expectación y que desembocaron en frustración aún mayor). Pero desde luego no cabe pensar en un embajador mejor del español por el mundo porque a sus muy abundantes contactos en el ámbito cultural se unen otros tantos en el político.
Aunque, por otra parte, temo una consecuencia derivada de la aceptación del cargo: que deje de escribir o que reduzca mucho su producción. Y eso me gusta menos. Si el Nobel supone siempre un freno importante para quien lo recibe, porque multiplica por mil sus compromisos ineludibles, añadir a eso un cargo relevante, por poco ejecutivo que sea, no mejora las cosas. Así que puede que ganemos un estupendo embajador y perdamos un excelente escritor.