“El amor es eterno mientras dura”. Lo escribió Vinicius de Moraes, que de eso debía saber lo suyo, porque se casó ocho veces. Y en el amor como en la guerra, todo vale. Así suele decirse y según parece quien ignora ese aserto tiene todas las de perder.
No es que comience septiembre en plan filosófico-amoroso, para nada. Sucede que días atrás vi con sorpresa algo que me sugirió que algunos siguen llamando la atención de las personas objeto de su interés amoroso por los medios más tradicionales. Nada de redes sociales, nada de tuentis o similar diciendo cositas a los amigos para ver si nos ayudan a conquistar a ese chico o esa chica que tanto nos gustan. O para que nos ayuden a recuperar a esa persona si ha habido una ruptura.
¿Qué he visto? Pues tres carteles situados a muy corta distancia. Tres carteles en papel blanco y escritos a mano. Uno colgado de una farola, otro pegado junto a un portal y el tercero puesto en un contenedor para recoger vidrio. Los tres mostraban, con distintos mensajes pero la intención era idéntica, el deseo de convencer a una mujer para que iniciara o más probablemente reanudara una relación amorosa con el autor (a quien supongo hombre por la caligrafía).
No es la primera vez que veo a alguien llamando la atención de esa manera. Todos hemos leído historias de amantes que ponen anuncios en los diarios, por ejemplo. Y hace muchos años, vi cómo un tramo de unos 20 kilómetros de carretera en la Costa Brava estaba lleno de pintadas en las que alguien reclamaba desesperadamente a Carla que lo quisiera, al menos un poquito.
Ya ven que el amor es eterno siempre en su intención y eso hace que no se escatimen recursos a la hora de conseguirlo. Por eso la literatura está llena de amor. Es más, creo que no habrá ni un 5% de novelas en las que, con mayor o menor presencia, no haya una historia de ese tipo. Con final feliz o desdichado, ese es otro tema. Entre personas de distinto o del mismo sexo, de parecida edad o con gran diferencia. Amores imposibles y amores predecibles. Pero amor. Porque necesitamos amar. O quizá sea mejor decir que todos estamos enamorados del amor. Sin él, la literatura no existiría y la vida sería muy aburrida.
P. S. Si alguien sabe si la muchacha requerida por el autor de los carteles ha accedido a la petición, que nos informe, por favor. A todos nos gustan las historias con un final feliz.