En nuestra época, lo más caro de todo es el tiempo. Por eso agradezco tanto cuando alguien que no me conoce de nada me concede unas horas para una conversación tranquila. Es el caso que voy a comentar: hace un par de semanas, Santiago Grisolía, uno de los científicos más importantes que ha dado este país, nos brindó la oportunidad a José Luis Nocito y a mí de pasar un día casi completo con él. El motivo era que queríamos entrevistarlo para la serie Toda una vida que se publica mensualmente en los diarios regionales de Vocento.
A lo largo de muchas horas, hablamos de lo divino y lo humano. Estuvimos en los dos despachos donde trabaja cada día; comimos juntos y paseamos, visitamos el Museo de las Ciencias de Valencia guiados por él. En la conversación salieron su periplo estadounidense y sus estudios previos en España, en aquellos cursos patrióticos que permitían reducir a la mitad el tiempo preciso para conseguir un título, su relación con su maestro Severo Ochoa, los motivos que lo llevaron a regresar a España treinta años después de ir a EE UU, la compatibilidad entre ciencia y religión… Y muchas anécdotas: hasta sale Franco en una de ellas.
En definitiva, una charla deliciosa con un personaje extraordinario.La entrevista sale publicada hoy domingo. Como les he dicho otras veces (y les aseguro que no es pose, lo siento así verdaderamente), hay mucho y muy buen material para que la entrevista les interese. Si no es así, la culpa será del entrevistador (o sea, yo) y no del entrevistado. Y las fotos de José Luis Nocito son extraordinarias y sorprendentes.