La cultura nos ofrece otras salidas. Los periódicos y los medios audiovisuales están llenos de noticias sobre la campaña electoral, los mítines y los habituales cruces de acusaciones escasamente ingeniosos, pero la gente no habla de eso en la calle. Cada uno lleva consigo sus preocupaciones, pero al margen de eso están el festival de Cannes y sus estrellas, las ferias taurinas para quienes tienen esa afición, los premios Max para quienes han visto las obras galardonadas y comentan durante unos minutos si les parecen merecidos o no, las novelas recién publicadas (ya saben, los éxito del momento: Si tú me dices ven, lo dejo todo… pero dime ven, Los enamoramientos y algunas más), hasta las series nuevas de TV y la polémica que arrastran (si Pilar Rubio es actriz, por ejemplo).
Al final, la cultura y el espectáculo nos dan vida. Nos permiten superar la grisura del entorno, alejarnos por unas horas del tedio y los problemas, compartir misterios y aventura, amor y desamparo, odio y compasión. ¿Imaginan ustedes un mundo en el que durante quince días solo hubiera campaña electoral, crisis económica, terremotos, corrupciones y corruptelas? ¿Sería soportable? Estoy seguro de que ni los políticos lo aguantarían.
Ya saben, echen mano de la cultura. Se harán un favor a sí mismos.