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César Coca

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Vacaciones de Semana Santa… perdón, de primavera

Tanta corrección política tiene la consecuencia negativa de que perdemos todas las referencias y ya no sabemos quiénes somos ni de dónde venimos. Hace unos días leía una nota de un centro educativo que se refería a las vacaciones de Semana Santa como vacaciones de Primavera. Imagino que con la ingenua pretensión de no ofender la sensibilidad de los no cristianos.

Vamos a ver. La Semana Santa, que para la mayoría de los españoles es hoy solo un período vacacional sin ningún significado espiritual, tiene su origen en una celebración religiosa. Igual que la Navidad. Y el domingo como festivo debe su origen también al cristianismo, de la misma manera que en los países árabes la fiesta es el viernes y en Israel el sábado. ¿Vamos a cambiar el día de descanso para no molestar a judíos y musulmanes? Pues en aras de la ya insoportable corrección política deberíamos hacerlo. También deberíamos prohibir las charcuterías, porque la visión de chorizos, jamones y morcillas puede resulta molesta a ojos de quienes huyen de la carne de cerdo como del demonio. Y no debería tolerarse que se vendiera carne de vaca en ningún lugar, porque no entiendo por qué los hindúes, para quienes son animales sagrados, han de tener menos derechos que musulmanes y judíos.

A fuerza de desnaturalizar las cosas, vamos a olvidar su origen. Hoy seremos más o menos cristianos, cada uno sabrá lo que es, pero nuestra cultura se ha conformado con elementos procedentes de muchos ámbitos, y el cristianismo es uno, y no de los menos importantes. El cristianismo levantó catedrales deslumbrantes y pequeñas iglesias de una belleza sencilla, encargó una parte importantísima de las grandes obras de la música clásica y de los cuadros que cuelgan en las paredes de nuestros museos. Nos dio valores y un sentido de la ética. ¿Significa eso que debe ser obligatorio ser cristiano? Ni mucho menos.

Es perfectamente comprensible que haya quien reniegue de toda religión. Pero eso no nos puede llevar a negar de dónde venimos y cuál es el origen de muchas de nuestras fiestas y tradiciones. ¿Prohibiremos el Carnaval porque es una fiesta pagana que se generó vinculada a la religión? ¿Derribaremos las catedrales porque en ellas se adoró -y se adora- a un Dios que puede resultar ajeno y hasta ofensivo para millones de personas? ¿Dejaremos de interpretar La Pasión según San Mateo para que no se molesten los musulmanes o los budistas? ¿Cambiarmos el año en que vivimos porque contar a partir del nacimiento de Cristo puede resultar hiriente para miles de millones de seres humanos que no profesan el cristianismo?

Por favor, llamemos a las cosas por su nombre, o terminaremos por desconocer nuestro pasado. Que las vacaciones de Semana Santa se llamen así, y no de Primavera (porque, además, no resulta fácil explicar fuera de la tradición por qué cambian de fecha cada año), que la Navidad siga teniendo ese nombre y no vacaciones de fin de año; que las catedrales sigan en su sitio y nosotros admirándolas y sabiendo que están ahí porque unas personas con fe las erigieron en algún momento. Lo demás es empobrecedor.

A este paso, terminaremos todos siendo bobos, ignorantes y encima pretenciosos.

P. S. Por cierto, el Lunes de Pascua se celebra como tal en la laica Francia, en Samoa, Uganda y Egipto, por poner solo algunos ejemplos entre más de un centenar de países. ¿A qué esperan para denominarlo de otra forma?