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César Coca

Divergencias

¿Es mejor ver 'La Gioconda' en la pantalla del ordenador o en el Louvre?

Hay un fetichismo del arte. Todos lo sabemos y muchos lo padecemos. Lo que no sé es cómo puede afectar a ese fetichismo la existencia de recursos en internet como el que se anunció ayer: la posibilidad de visitas virtuales a casi una veintena de museos, incluyendo algunos de sus cuadros más célebres.

Antes de que Google Art Project nos ofreciera imágenes de calidad de esas pinturas que recordamos de nuestros libros de texto, ya había páginas web con impresionantes panorámicas de obras que están entre lo mejor de la producción humana a lo largo de la historia. La web del Vaticano muestra, por ejemplo, la Capilla Sixtina con un detalle que ningún turista ni en la mejor de las hipótesis -que haya poca gente en la sala- podrá captar (la encuentran aquí, y si no lo han visto deberían hacerlo. Es impresionante). No es el único ejemplo.

¿Qué es mejor: ver la Capilla Sixtina de esa manera o visitarla? ¿Ver La Gioconda en una buena reproducción o plantarse junto al cuadro, en el Louvre y previsiblemente tras unas decenas o centenares de turistas japoneses que no paran de hacer fotos? Hace unos años, en una conferencia repleta de ideas provocadoras, Umberto Eco dijo en Bilbao que veía en el futuro museos con copias de gran calidad de obras célebres. Hay que terminar con el fetichismo del arte, vino a decir.

Estoy de acuerdo en parte. Google Art Project nos permite ver cuadros sin salir de casa, hacer cola ni tener que esquivar a los turistas japoneses. Y verlos mejor que al natural. ¿Qué hace entonces que la gente se apelotone en la Capilla Sixtina o la sala del Louvre donde se expone el célebre cuadro de Leonardo?

Supongo que los motivos serán distintos. En mi caso, tener la sensación de que percibes los ecos de Miguel Ángel mientras pintaba esas colosales figuras o los de todos los papas y cardenales que han pasado por allí durante siglos, contribuyendo a dar forma a la historia de Europa y el mundo. Eso es lo que nunca podrá darnos Google ni nadie. Nos ofrecerán las mejores imágenes -algo válido en una pintura, menos importante en una escultura, al menos hasta que se imponga el 3-D- pero no nos darán esa sensación de contacto con la historia.

Claro que habrá mucha gente a la que esa sensación le importe bien poco y prefiera conocer la obra al detalle. Seguramente son menos fetichistas que yo.

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