Los primeros ejemplares de El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa, salieron ayer de la imprenta. La semana próxima, los escaparates de las librerías se poblarán con este volumen de tapas de color predominantemente rojo. El libro, según ha informado la editorial, fue entregado a comienzos de verano y estaba ya en pleno proceso de impresión cuando el autor recibió el Nobel, de manera que han debido modificar la portada para incluir esa referencia que en sí misma es un estupendo reclamo comercial.
En su primera edición, la obra tendrá una tirada de medio millón de ejemplares, la mitad de los cuales se venderá en España. Son muchos libros, aunque la cifra está lejos del récord, siempre dentro de la cuarentena a la que debemos someter datos anunciados a los cuatro vientos por las editoriales. Hace un tiempo, un responsable de una gran editorial española me comentaba a propósito de uno de esos grandes lanzamientos: “Es imposible que el sector coloque en el mercado español una edición de más de medio millón de ejemplares”, me dijo, y sonrió cuando le objeté que su grupo había hablado al menos en una ocasión de una tirada superior.
Pero, cifras al margen, ¿qué puede suponer en términos de venta para un escritor tan conocido como Vargas Llosa el anuncio del Nobel? Un anuncio, que por cierto, no pudo ser más oportuno. Pocas veces le habrán dado el galardón a un autor que lanza un libro un mes más tarde. Seguro que Alfaguara, la editorial que publica al hispano-peruano, ha hecho un cálculo. ¿Se duplicarán las ventas gracias a la Academia sueca?