Ha muerto Manuel Alexandre, un actor que demostró que se podía adquirir prestigio y popularidad siendo secundario. Y con capacidad para robar planos a los protagonistas de los filmes en los que aparecía.
No estoy seguro de que fuera un gran actor. Es más, me parece que interpretaba con frecuencia el mismo personaje. Pero tenía una enorme facilidad para llegar al público, y por eso todo el mundo lo recordaba hace unas horas, cuando se supo su fallecimiento.
Hablé con el agente de Alexandre antes del verano. Queríamos entrevistarlo para la serie Toda una vida. Me dijo entonces que se había retirado a un pueblo de la sierra a descansar y que le llamara tras las vacaciones. En septiembre insistí y volvió a pedirme que lo aplazáramos unas semanas y que volviera a telefonearle a finales de octubre. Una llamada que ya no haré porque un problema de corazón nos ha quitado la posibilidad de estar con alguien que resumía en su trayectoria los avatares de toda una generación de cómicos de la que apenas quedan ya representantes.
Vi a Alexandre una vez en el café Gijón de Madrid, hace unos cinco o seis años. Estaba charlando con otras personas de edad -yo no las conocía- y tenía un aire jovial, como de niño travieso. La imagen parecía salida de una escena de cualquiera de sus películas. Lástima de entrevista perdida.