Anoche vi Miel para Oshún, un filme cubano protagonizado por Jorge Perugorría e Isabel Santos, y dirigido por Humberto Solás. Lo pasaban en La 2. Cuenta la historia de un cubano próximo a los 40 años que regresa a Cuba para encontrarse con su madre. Su padre se lo llevó a EE UU cuando tenía 7 años y sus recuerdos se han ido diluyendo en ese tiempo. La película es la historia de esa búsqueda y muestra la dureza extrema de la vida cotidiana en la isla. Se trata de un filme con muchísimo diálogo en el que se ve el drama de los cubanos que siguen en el país, en su mayoría en un ejercicio de pura supervivencia, sin horizontes de ningún tipo y sin demasiadas esperanzas ante lo que puede suceder, y el de quienes se fueron a EE UU, que tantos años después no saben muy bien quiénes son ni conocen sus raíces.

Un buen ejercicio para comprobar que las cosas no son ni blancas ni negras. Y para ver también la complejidad de un hipotético proceso de transición democrática en aquel país. Si tienen un rato y les interesa saber cómo se vive en la perla de las Antillas, lean alguna novela de Pedro Juan Gutiérrez (imprescindible su Trilogía sucia de La Habana). Pueden poner de fondo esta música (yo la conocía en la versión para piano, pero cantada no está nada mal tampoco): el Vals de las sombras de Ernesto Lecuona, autor de la famosísima Malagueña que seguro que todos ustedes han oído muchas veces.