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César Coca

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El error de suprimir los exámenes en septiembre

Lo hacen ya algunas universidades y lo hará la UPV-EHU a partir del próximo curso: los exámenes que actualmente se hacen en septiembre se celebrarán en los primeros días de julio. El argumento es que así los alumnos pueden aprovechar el verano para hacer prácticas y ampliar su formación dentro o fuera del país. No sé de quién ha sido la idea, pero es un error. Voy a explicarlo de forma breve.

1)Al terminar los exámenes, un alumno está literalmente fundido. Los que aprueban y los que suspenden, porque muchas veces el problema de estos últimos no está en haber estudiado poco en junio, sino en no haberlo hecho durante el cuatrimestre. Puede que en junio se hayan reventado pero no ha sido suficiente. Eso significa que durante una semana o diez días después de las pruebas un alumno normal no puede volver a concentrarse en sus materias, lo que obliga a separar bastante una convocatoria de otra.

2)Es probable que en asignaturas como Historia o Derecho Civil, cuyo estudio es básicamente teórico, no haya tanto problema. Pero sí lo hay en Matemáticas, Física o Redacción. Hasta ahora, un alumno que suspendía esas materias se machacaba durante el verano (en una academia o no) haciendo problemas y ejercicios prácticos hasta conseguir la competencia suficiente para superar las pruebas. Eran semanas de repaso y nuevo entrenamiento, de maduración en definitiva, antes de la segunda convocatoria. Con el nuevo sistema, no tendrán tiempo material para hacerlo.

3)Dicen para justificar la medida que así los estudiantes podrán hacer prácticas. Serán los que aprueben a la primera, porque en general los períodos de prácticas en las empresas empiezan el 1 de julio e incluso antes, de manera que quienes tengan exámenes en julio no podrán realizarlas o las harán en precario. Es decir, peor que ahora.

4)Lo mismo sucede con la formación en otros centros.

5)Esta vez no lo he oído o leído, pero sí otras: la experiencia de colegios e institutos demuestra que en la ESO y el Bachillerato aprueban más los alumnos con este sistema que cuando se hacían los exámenes en septiembre, se argumenta. Esos datos me servirán cuando se estudie también el nivel de exigencia en unas pruebas y en otras. Porque no me creo que un alumno de 1º de Bachillerato que saca un 3 en Matemáticas en junio puede aprobar en julio, sin haber tenido apenas tiempo para estudiar y hacer más problemas. Lo que ha sucedido, y tengo muchos indicios para sostener esta afirmación, es que se ha rebajado dramáticamente el nivel de exigencia.

Dicho de otra forma: el cambio del calendario no tiene el menor sentido. Ya sé que este comentario no moverá a ningún responsable universitario a replantearse el asunto, pero no está de más que oigan opiniones en contra. Opiniones que, por cierto, no son aisladas. Son muchos, muchísimos, los profesores universitarios que piensan esto mismo. Solo que lo dicen de forma menos educada.