Esta vez no les daré envidia diciendo que ayer estuve en Madrid. Además, el cielo estaba gris y a ratos llovía, mientras en la mitad norte de la península gozaban de un bonito día de primavera. Fui a Madrid a hacer una entrevista que saldrá mañana en todos los diarios regionales del grupo.

He hecho unos cuantos centenares en los últimos años. Pero la de ayer fue la más difícil. O una de las más difíciles. La entrevistada era Isabelle Aubry, que preside la Asociación Internacional de Víctimas del Incesto. Acaba de publicar un libro (La primera vez tenía seis años…, Rocaeditorial) en el que explica cómo su padre abusó sexualmente de ella a partir de esa edad. Luego fue objeto de intercambio por otras mujeres, participó en orgías, fue prostituida… y todo eso con menos de 13 años. El libro se lee con un nudo en la garganta y, en no pocas ocasiones, su contenido es tan brutal que si se tratara de una novela lo consideraríamos inverosímil. Otras veces, sus peripecias golpean al lector como una maza.

La entrevista cuenta todo eso y profundiza en los problemas de las víctimas del incesto. Dos millones en Francia, asegura. Personas que arrastran muchos problemas psíquicos, que en buena parte de los casos han coqueteado con el suicidio, que vivirán hasta el fin de sus días traumatizadas y sin poder olvidar. No es una lectura agradable (ni el libro ni la entrevista) pero les aseguro que conviene conocer su contenido para hacernos una idea de la realidad oculta que nos rodea.