Entramos en Semana Santa, un tiempo dedicado hoy de forma mayoritaria al ocio. Hubo una época en que no era así. Recuerdo las semanas santas de mi infancia: los cines solo daban películas religiosas o cerraban, la televisión emitía procesiones y más cine de temática bíblica, en la radio apenas se encontraba otra cosa que música religiosa y misas, la mayor parte de las cafeterías estaban cerradas y no había competiciones deportivas. Así que el paseo, las procesiones, la lectura y la música (en el tocadiscos de casa) eran las únicas posibilidades de pasar el tiempo en esos días que parecían suspendidos en el vacío. La escapada a la playa, la nieve o cualquier ciudad española o europea, tan frecuente ahora, era entonces el privilegio de una minoría.
Reconozco que a mí me gustaban las procesiones, y me siguen gustando (ya he escrito de ello otros años) como fenómeno cultural que reúne escultura, música y coreografía. Dejo el componente religioso a un lado, porque eso me parece una opción personal. Pero admito que en este asunto, como en otros, no es cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor. El actual es infinitamente superior: quien quiera ver filmes bíblicos o acudir a procesiones, que lo haga. Y quien prefiera otras actividades tiene la oportunidad de disfrutar de ellas, cosa que antes no sucedía.
Dicho lo cual, voy a dejarles un vídeo musical relacionado con el tiempo que comienza. No es nada de Bach, Telemann o Gubaidulina (las pasiones de las que hablamos Almudena Cacho y yo en su programa, el pasado jueves). Regresaré a los tiempos de mi adolescencia para recordar el musical Jesucristo Superstar. Escuché el disco (primero el que salió con el musical, luego el de la banda sonora de la película) con una cierta frecuencia en aquel momento. Me gustaba. Sí, ya sé que no es Bach. Tampoco creo que Andrew Lloyd Weber lo pretendiera.
Hay un número que siempre fue mi preferido. Es la escena del monte de los Olivos. Me gusta por la música y por su contenido: ese Jesús que duda. Es una manía personal: siempre he preferido a quienes tienen dudas antes que a quienes están colmados de certezas.