Marinetti proclamó a los cuatro vientos hace algo más de un siglo que un coche de carreras es más bello que la Victoria de Samotracia. Hoy han comenzado a rugir de verdad los motores de la temporada de Fórmula 1 y seguro que no pocos piensan lo mismo que el poeta italiano que dio cobertura intelectual a muchas ideas que luego puso en práctica, en la política y la cultura, el movimiento fascista de su país. Aunque, por supuesto, eso no supone que quienes prefieren hoy un Ferrari (o un Red Bull, un Mercedes o cualquier otro coche de la parrilla) sientan la menor simpatía por Mussolini y sus chicos.
Me gustan las carreras de coches, pero siempre he pensado que la Victoria de Samotracia es mucho más bella. Y su descubrimiento en el Louvre, en lo alto de una escalera, genera un verdadero impacto emocional.